sábado, 14 de diciembre de 2013

El bombón de licor

El placer de saborear un bombón de licor, me recuerda mi niñez cuando revolvía la caja de chocolates buscando en especial los más redondos y abultados que eran los que más me gustaban. Rompía con los dientes la cáscara azucarada para volcar rápidamente el licor en mi boca. El disfrute total del sabor.
Ahora me gustan todos los chocolates, aunque el de licor sigue siendo mi preferido.
Conocí al escultor Horacio Santos, en un evento que  realizaba mi provincia. Yo era parte de la organización y mi función era atender a los expositores. Mientras colocaba los folletos de la exposición en una mesa, me detuve  mirando la foto de un morocho con adorable sonrisa de dientes blancos y ojos chispeantes. Mi boca dibujó un ¡guaau!... silencioso y para adentro. Me propuse:-Tengo que encontrar a este bombón. Así fue. Luego del horario establecido, salimos con todo el grupo para cenar, por supuesto el brasilero estaba ahí. Nosotros como anfitriones teníamos que homenajear a los invitados. Al despedirnos, nos pasamos los mail, teléfonos, miradas, algunos diálogos cortados, estoy sola, estoy en pareja, pero por poco tiempo más, vivo en Buenos Aires,¿ cuando venís?, escribime... llamame…
  A partir de ahí me contacté con él, primero con la excusa  del trabajo. Volaban los mail ida y vuelta, hasta que ¡Oh casualidad!, me dan una comisión en  Buenos Aires, para un Congreso Interprovincial. Ni bien llegué, ya Horacio me estaba llamando para encontrarnos. Al rato otra vez, hasta que me dio las indicaciones para viajar al lugar donde él se encontraba. El colectivo me llevaba por Libertador y mis pensamientos iban más rápido, imaginando cómo sería el encuentro con mi moreno brasilero, de sonrisa tierna y voz dulce, cómo sería rozar esa piel oscura y aterciopelada. Cómo sería…
Horacio me esperaba en la puerta, se le notaba la ansiedad en los ojos, en las palabras, en los gestos. Luego, me llevó de gira, a pasear la noche de Buenos Aires y más tarde a su casa.
Ya de madrugada, mientras me dormía plácidamente, con mis expectativas cumplidas, pensaba: ”me he comido el mejor bombón de licor de mi vida”.


    Raquel Micheli
          2013 

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